"Mujer solitaria".
“La Solitaria”.
Alguna vez fue muy hermosa, pero hoy nadie se fija en ella. Andrajosa y vieja lentamente avanza.
De vez en cuando se detiene y busca sentarse a descansar.
Saca de su bolsa unas miguitas de pan y alimenta a las palomas que son su única compañía. Éstas mansamente se acercan y con si “vrcú, vrcúú parecen dialogar con ella.
Al extender su brazo algunas se posan sobre su mano.
La mujer las acaricia y se pierde en el pasado…
No siempre fue solitaria. Recuerda que, muchos años atrás todos la deseaban y todos competían por su sonrisa. Entonces era bella, joven, famosa y rica, y casada con un poderoso industrial. Luego apareció un bello joven pero pobre. Todas las mujeres deseaban ser seducidas por él, y él la eligió a ella, más bien al dinero del marido. A éste lo mató en una noche oscura y sin testigos. Al heredar su esposa todos los bienes, el amante le juró su eterno amor y le propuso la unión entre los dos, lógicamente legal. Una inmensa riqueza lo esperaba. Pero tenía que obrar con cautela. Su futura esposa no debía desconfiar de su amor. Comenzaron a viajar y dilapidar el dinero heredado. Al terminarse, el vividor desapareció. Se lo había tragado la tierra…
Su esposa se quedó sola. Sin dinero y sin nadie que le diera una mano. Joven y bella aún, abrazó la profesión más antigua del mundo, la prostitución. Al principio tenía buenas ganancias, e invirtió parte en buscarlo, pero sin hallarlo. Luego buscó el olvido en alcohol. Después se precipito todo. Enferma y envejecida estaba nuevamente sola…
La tarde estaba declinando y las palomas buscaban su nido para pasar la noche. De lejos se oían los truenos y los rayos atravesaban el cielo. La Solitaria no reaccionaba. Se había dormido…
Justo antes de desatarse la lluvia, alguien la tomó de sus hombros, y una voz cariñosa le susurró:
“¡Vamos abuela, ya es hora. En el último tramo de tu vida no estarás sola, te acompañaré!”
…Y cuenta la historia, que nunca más se la vio por Puerto Madero.
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